sábado, 6 de octubre de 2007

Y me quedé con ganas...

Es increíble en lo que nos estamos convirtiendo, la cantidad de quejas que arremetemos contra el sistema y los efectos que tienen en nuestra sociedad, cuando nosotros mismos somos los promotores principales y causantes de muchas de estas cosas. Nos quejamos de los que roban y hay gente que se roba hasta un peso si es posible; nos quejamos de la contaminación pero cuanta gente hay que sin el menor remordimiento avientan su basura por la ventana del coche; nos quejamos de la corrupción y la mayoría ofrece mordidas a diestra y siniestra en lugar de alinearse; hay mucha gente que se queja de que los niños ya no son educados y son egoístas, y por consecuencia, terminan siendo partícipes de alguno de estos males, pero la verdad, es que saben como tenerlos pero no como educarlos. No saben que un niño aprende más con el ejemplo, que con castigos, regaños y sermones. No comprenden el alcance que tiene el ejemplo que les damos. Aguas con lo que hacemos y más si tenemos a un niño cerca! Me explico:

El martes pasado tuvimos que visitar a mi doc para un chequeo, de esos, que una debe de hacerse. LLegamos con toda calma y tiempo al hospital en cuestión y en la pluma de la entrada al estacionamiento me topé con una señora que, literalmente, estaba estorbando sin el menor empacho, atravesada a la mitad del espacio por donde teníamos que pasar. Se veía enojada, quejandose con el polícia, por lo cual preferí rodearla en lugar de tocarle para que se quitara y para no molestarla más, además de que se veía de esas señoras sin consideración ni educación, de esas ricas nuevas, digo, no es mala onda pero se les ve lo chancludas, aunque la mona se vista de seda... Así que mejor seguí mi camino para no meterme en broncas, encontrando a un par de metros de ahí, un auto que estaba por salir, pero yo ya había quedado un metro adelante de él, así que como buena conductora me orillé y ya no me eché en reversa, para dejarlo salir sin broncas. El auto salió y cuando voy a retroceder para ocupar ese lugar, llega alguien vuelto madre y se mete, valiendole una %&$# que yo estuviera esperando. Obviamente le toqué el claxón, pero la personita esta, ni siquiera volteó. Comenzó a hervirme la sangre y me eché en reversa ya con media dosis de adrenalina en la sangre -de reojo pude observar la cara de terror de mi copiloto- me puse atrás del auto, todavía pensando ingenuamente: Igual y no me escuchó!

Cuál es mi sorpresa al ver que se trata de la tipilla de la entrada, la lady enojada.
Le vuelvo a tocar y naaaaaaaaaada, ni una miradita por el espejo! Ella guardando sus cosas, ya saben, como si estuviera de paseo.
Sale del auto y desciende del asiento del lugar del copiloto una niña pequeña, de unos seis años, con cara de espantada y el diálogo es el siguiente:
Mita: Oye, disculpa, estaba esperando ese lugar (inocente todavía)
Tipilla: Y qué!!! (Levantando la voz)
M: Cómo que Y qué!!! (y mi adrenalina comenzó a hacer gorgoritos en mi sangre)
T: Pues me vale, no me pienso quitar y hazle como quieras! LLevo horas dando vueltas, buscando lugar!!! (a grito de pelado y todo).
M: Y Yo qué! ese no es mi problema!!!
T: Pues ya te dije, hazle como quieras!
¡Y que me termino de enchilar! es una lástima que la tipa ésta trajera una niña...
M: PUES GATA ERES Y GATA SERÁS TODA TU VIDA! (obviamente con su respectiva mirada de arriba a abajo y ceja parada onda La Doña)
Empecé a avanzar y en eso se alcanzó a escuchar...
T: pues... este... CÁLLATE!!! (fue lo único que atinó a decir la pobre mientras terminaba de echarse la bolsa al hombro y se ponía roja de coraje)

Mi pobre Edu estaba blaaaaaaaaanco como quesito panela, pobrecito, hasta se le veía el cableado. Creo que juró que me bajaba a ponerle una de esas, quita rencores, pero no, la verdad no hice nada más ni le dije otras cosas por la niña y por la lana y el tiempo que le invirtió mi madre a mi educación.

Así que di la vuelta para bajar al siguiente piso a buscar lugar, pasé delante de la señora y como venía muerta de la risa, pues más se enojó y terminó por echarme la treinta y dos. Yo creo que lo que realmente le enchiló a la pobre es que se sintió descubierta, que se le notaba lo nopaluda y que se lo canté en su jeta y en la de su pobre chamaca. Sé que no estuvo bien, pero no la pensé.

Lo que más me asombra de todo esto es que la mujer tenía cara (además de chango) de que estaba convencida de que yo había tenido la culpa, por no entender que la pobre había perdido horas dando vueltas en un sólo piso y que si hubiera permitido que sus dos neuronas hicieran sinapsis horas antes, habría bajado sólo uno y hubiera encontrado n lugares, inclusive al ladito del elevador, por si le daba flojera, en lugar de sacar a relucir su decadente código postal frente a su hija. Pues no, la verdad ESO no lo puedo entender.

Es impresionante como se le cierra el mundo a la gente cuando pierde piso, cuando cree que con traer un buen coche y unos pocos centavos -apenas más que otros- en el monedero, puede pasarle por encima a la gente. ¿Y que le está enseñando a su hija??? Pobre niña, no me gustaría estar en sus zapatos, ni encontrarmela en el futuro.

Pero la verdad, lo recapacité después y creo que si puedo comprenderla.. Si yo tuviera esa jeta y sólo dos neuronas, también estaría enojada con la vida...


Si mi madre no me hubiera educado bien, segurito esto habría pasado, jajajajajajaja

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